El pasado lunes 6 de diciembre, día de la Constitución, en pleno puente, Valladolid acogió el concierto de Paco de Lucía, el mejor guitarrista flamenco del mundo, donde sacó todo su “duende” a relucir; en uno de los espectáculos musicales más prestigiosos que se pueden ver hoy en día, que le ha llevado a llenar los teatros de Roma, Tokio, Nueva York o París. Todo un lujo para los vallisoletanos.
Alrededor de 3.500 personas se dieron cita en el pabellón Pisuerga, a pesar de sus altos precios, ya que, y bastante culpa la tiene Paco de Lucía, el flamenco ya no es un género artístico minoritario sólo apto para la comunidad gitana; prueba de ello es la decisión de la UNESCO de incluirlo como Patrimonio de la Humanidad inmaterial.
A las 9 en puto de la noche salió Paco entre una impresionante ovación, y sin más acompañante que su guitarra se arrancó una taranta terminada en fandango. De esta manera tan íntima que encantó a los asistentes, Paco continuó tocando una soleá por bulerías. El público se rindió a su maestría. Tema a tema fueron apareciendo sus músicos, todos ellos de enorme categoría: el percusionista “El Piraña”, los cantaores Duquende y David de Jacoba, el guitarrista de acompañamiento Antonio Sánchez, el bajista Alain Pérez, el bailaor Farru, hermano del popular Farruquito, y Antonio Serrano a los teclados y la armónica.
Así ya con todos los integrantes se llegaron a los mejores momentos musicales, en los que Paco repasó todos los palos flamencos con sus temas más conocidos, aunque faltaron algunos como “Río ancho” o el “Concierto de Aranjuez”, y especialmente los de su último disco. Tocó por bulerías, rumbas, alegrías o tangos, que hicieron las delicias de los seguidores del flamenco, demostrando la genialidad del guitarrista. A la hora exacta se procedió a un descanso de quince minutos, tras los que volvieron a salir con fuerza.
El baile de Farru, muy pedido por el público gitano, fue uno de los momentos más ovacionados de la noche, donde mostró todo su arte y su taconeo en todo su esplendor, y los cantaores ofrecieron el mejor acompañamiento vocal posible a la guitarra del maestro. Llegaron también los solos de todos los músicos, con brillantes juegos de guitarra entre Paco y Antonio Sánchez; tremendo también el Piraña a la percusión; y mención especial para Serrano y su armónica, con una calidad y virtuosismo que dejaron impresionados a los asistentes.
De esta manera se llegó a algo más de las dos horas, tras lo que se retiraron todos los músicos. Sin embargo nadie se marchó del pabellón; al contrario, decenas de asistentes de las gradas bajaron al piso del polideportivo para acercarse a las primeras filas. De esta manera aparecieron los músicos, ante un tremendo aplauso y arropados aún más por estos seguidores que habían bajado para poder verlos más de cerca. Y así, tocaron una versión de su canción más conocida, “Entre dos aguas”, que enloqueció a un público que se deshizo en halagos. Tras esto, a las dos horas y media de haber empezado, y entre una atronadora ovación, casi tan atronadora como la lluvia que había en la calle, el genial Paco y sus músicos marcharon dejando un buen sabor de boca a los asistentes.